La segunda prueba: la riqueza y los hijos

Esta prueba se extrae de la historia de los dos hombres: el creyente y el incrédulo. Ambos poseían riqueza, pero el creyente la gastó en obediencia a Allah y en búsqueda de Su complacencia, mientras que el incrédulo se aferró a sus jardines y posesiones.

Allah quiso mostrarnos cómo el incrédulo se jactó y despreció al creyente por tener menos que él. Esta es una prueba clara para quienes ostentan sus riquezas con soberbia, cayendo en la tentación de la vida mundanal y mirando con desprecio a quienes tienen menos, pensando que son inferiores. Sin embargo, Allah, subhanahu, nos ha creado a todos iguales. Quien recibe una bendición de Él debe mirar a quienes tienen menos, no a quienes tienen más, como dijo el Profeta Muhammad (sws).

Este enfoque permite valorar más lo que se posee y acercarse a los pobres con amor por Allah y en busca de Su complacencia. A veces, incluso una simple sonrisa puede alegrar a alguien.

El error del incrédulo fue pensar que Allah le había concedido estas bendiciones debido a Su amor por él y a su supuesta posición privilegiada ante Él. La tentación del diablo le hizo creer en esta ilusión, olvidando que la riqueza es una prueba. Si Allah, subhanahu, te concede algo, es para ponerte a prueba; y si te priva de algo, también es una prueba.

Finalmente, el incrédulo se arrepintió, pero ya era demasiado tarde.

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